¿Qué pensarías si te dijeran que casi la mitad de los conductores españoles han circulado con la luna del coche rota o agrietada alguna vez? Aunque no lo creas, este dato refleja una realidad en las carreteras de nuestro país, lo que puede conllevar más de un susto durante cualquier trayecto, implicando a otros vehículos de la vía.
En este artículo, de la mano del taller de cristales para automóviles Ralarsa, conocerás cuáles son los riesgos de no reparar cristal, cuáles son las principales causas y, también, si todo ello conlleva una sanción económica. Sigue leyendo para poner respuesta a todas estas cuestiones.
¿Por qué se rompen las lunas del coche?
Cuando hablamos de los cristales de un turismo, nos referimos a una parte esencial y estructural del conjunto del coche. Así pues, también son parte de los elementos de seguridad para conductor y pasajeros. Por ello es que cuando el parabrisas sufre un golpe no salta en pedazos, sino que tiende a laminarse. No obstante, esto no significa que no debamos revisar su estado o reparar cristal en caso de que sea necesario.
Uno de los motivos más habituales ―y a la vez más evidentes― de que se rompa un vidrio del coche es una colisión. Según la velocidad y el tipo de impacto, la grieta será más o menos pronunciada, así como la peligrosidad para los ocupantes. Asimismo, si se circula por zonas donde se están realizando obras, es sencillo que otros vehículos levanten pequeñas piedras, conforme atraviesan dicho tramo, y estas impacten contra las lunas del coche. Esto podría provocar grietas en los cristales.
No deben dejarse de lado las condiciones meteorológicas: el frío extremo o el calor sofocante también pueden ser causantes de los vidrios rotos o agrietados. Y es que, cuando se produce un cambio considerable en las temperaturas, el cristal se contrae y se expande por sí mismo. Por esta misma razón es que nunca se aconseja verter agua hirviendo sobre un parabrisas congelado. Sin dejar de lado los fenómenos naturales, una granizada o las rachas de viento fuertes pueden hacer que el vidrio ceda hasta romperse.
Por último, pero no menos importante, los intentos de robo. Sin duda, son una causa clara de tener que reparar cristal. Con tal de evitar esta desagradable situación, es importante no dejar objetos a la vista que puedan llamar la atención de aquellos amigos de lo ajeno.
¿Es peligroso circular con la luna del coche rota?
La respuesta es obvia y rotunda: sí. Por pequeña que sea la grieta, supone un riesgo para la conducción, tanto para ti como para los demás conductores de la calzada. En caso de colisión frontal, por ejemplo, el parabrisas actúa como escudo de protección. Pero, si este está afectado por un golpe, la estructura será mucho más frágil y, por ende, más propenso a romperse y causar daños mayores, tanto materiales como personales.
Teniendo en cuenta que a través del parabrisas el conductor recibe alrededor del 90% de la información, es imprescindible mantenerlo en buen estado y libre de rajas o agujeros. Incluso puede darse el caso de originar un punto ciego, lo que haría que el tiempo de reacción incrementase.
Por otro lado, el airbag, que está diseñado para rebotar contra el parabrisas sin causar daños al coche, podría tener problemas al desplegarse y, por consiguiente, daños a los ocupantes del automóvil.
Según el Reglamento General de Circulación, no está permitido conducir con la luna del coche rota. Lo idóneo es acudir cuanto antes a un taller de cristales para automóviles que lo repare como es debido. Además, podría suponer una multa de alrededor de 200 euros, si bien esta infracción no conlleva la pérdida de puntos. Sin embargo, en caso de circular con la luna del coche rota, este puede ser inmovilizado.
Para resolver este inconveniente, es imprescindible contar con los servicios de un taller de cristales para automóviles eficientes y comprometidos, tanto con el cliente como con el vehículo. Ante cualquier inconveniente, puedes contactar con Ralarsa, ¡son líderes nacionales con más de 270 centros!