En todas las familias encontramos problemas con las relaciones, pero ¿qué sería de una familia sin roces, enfados y problemas? Claro que también encontramos apoyo, unidad, cariño, respeto, amor… La familia es algo que nos encontramos al nacer, no podemos escogerla como a los amigos y dejarla cuando estamos cansados de ella o se presentan complicaciones. No, la tenemos que aceptar como es y por eso lo mejor es conocerla y no dejarse llevar por todas las creencias que existen de qué es y cómo debe ser una buena familia.
Así es, nos encontramos con numerosos mitos familiares, creencias que son compartidas por todos los miembros, no sólo de la familia, sino de la sociedad en la que vive. Además se transmiten de una generación a otra, de forma que se mantienen inamovibles en el tiempo. Son creencias que pueden no estar basadas en la realidad y que buscan conseguir que la familia sea lo más perfecta y armoniosa posible.
Estos mitos ayudan a configurar las relaciones que se dan entre los miembros de la familia y los que se dan con la sociedad, cómo relacionarse con los demás y con quién se puede relacionar.
No todas las familias presentan todos los mitos, cada una adopta uno o algunos de ellos, lo interesante es pararse a analizar cuál de ellos está implantado en nuestra familia y hasta qué punto interfiere en nuestras vidas y nuestras relaciones. Analicemos algunos de estos mitos.
En primer lugar encontramos el mito de la armonía basado en la idea de que las familias deben llevarse bien, no disentir y dejar que todo vaya de forma armoniosa. Cuando aparece este mito nos encontramos con familias que niegan los conflictos, “todo va bien” es una de sus frases más repetidas. Se evitan los enfrentamientos, los desacuerdos y las hostilidades. Esta evitación puede llevar a la somatización en algunos miembros y los niños no aprenden cómo enfrentarse a los problemas. Al desarrollarse mantendrán esa forma de evitación de los problemas a la vez que perdurará la idea de la armonía en la familia.
Otro de los mitos es el de cabeza de turco consiste en hacer culpable a una persona o grupo de personas de todo lo que ocurre, es la manera de canalizar la culpa que tienen algunas personas.
En tercer lugar encontramos el mito del catastrofismo éste aparece en muchas personas y consiste en dejar de hacer ciertas cosas cuando observan que su vida va bastante bien, se basa en la idea de que los cambios pueden traer la desgracia a la familia.
Otro mito muy extendido es el de la pseudoreciprocidad que parte de la idea de que las buenas familias siempre están de acuerdo en todo y sólo las malas familias discuten. Bajo esta idea se esconden otros problemas ya que no se permiten ni los desacuerdos ni la independencia, llevando a los miembros a una situación en la que no pueden desarrollar su individualidad y su crecimiento personal. Suelen, además, aparecer problemas en los hijos cuando se tienen que separar de la familia.
En el mito de la sobregeneralización cada miembro de la familia tiene un papel y siempre debe comportarse como tal. Así, encontramos al estudioso, al vago, al gracioso, al conflictivo… Puede, y de hecho, ocurre, que ese papel asignado no tenga nada que ver con la realidad de la persona y provoca tal influencia en el que lo recibe que acabará por creérselo. Cuando tildamos a una persona de conflictivo todo lo negativo que ocurra será culpa suya, aunque no lo sea y no se tendrá en cuenta nada más. Está claro que todos los miembros de la familia pueden aprovechar esta circunstancia para sacar partido sin importarle lo devastador que pueda ser para la otra persona.
Mito de la unidad basado en la idea de que la familia es el mejor compañero que puedes tener, las personas de fuera no son de confianza por lo que debemos permanecer unidos para enfrentarnos a los problemas externos.
Por último, destacar el mito de la salvación. Algunas familias piensan que algo que viene de fuera pero que se une a la familia puede salvarlos de sus problemas. Tal es el caso de las parejas que deciden buscar un hijo para resolver sus problemas conyugales o incluso para solucionar los que tienen con otros hijos.
Estos son algunos de los mitos o creencias erróneas que pueden aparecer en las familias. No se dan todos, ni en todas las familias pero es interesante conocerlos y comprobar cuáles de ellos pueden estar afectando en nuestras relaciones familiares y personales. Con el simple hecho de reconocerlos podemos tener la clave para buscar una solución a esos problemas familiares que afectan a nivel personal y seguir avanzando en nuestras vidas.
Sin lugar a duda, los conflictos familiares son algo bastante común, pero en el momento que nos afecten más de la cuenta en nuestro día a día deberíamos ponernos en manos de un profesional de la psicología. De lo contrario son un tipo de conflicto que termina enquistándose, no ya sólo con nuestros familiares, si no en nuestro interior. El stress y desgaste emocional que supone no ha de ser tomado como algo baladí, ya que puede terminar desembocando en dolencias psicológicas de mucha importancia. Es preferible acudir a la consulta de un psicólogo colegiado que será capaz de ayudarnos a encauzar nuestros sentimientos y emociones al respecto. Merece (y mucho) la pena. Se trata de una inversión en ti mismo que verás como da frutos a corto y medio plazo. Realmente en nuestro interior sabemos que ir aparcando y «enterrando» toda esa carga de emociones en nuestra mente no es nada bueno.
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